Una milésima de segundo es menos del tiempo que necesita una persona para reaccionar.
Últimamente me he dado cuenta de eso al sufrir pequeños accidentes laborales de poca importancia, todos ellos sucedidos sin darme tiempo a reaccionar.
Las consecuencias no van más allá de pequeñas heridas o moratones.
Como ejemplo os contaré lo último que me ha pasado.
Este lunes estaba manipulando un tronco de arbol para meterlo en una turbina y al engancharse con los troncos de dentro aplastó ligeramente mi mano contra una chapa de metal, ni siquiera me dio tiempo a pensar en reaccionar. Las consecuencias al principio fueron de bastante dolor, pero seguí trabajando. Cuando pude ir a curarme ví que apenas tenía una herida y un dedo morado.
Este tipo de accidentes son poca cosa, pero en la empresa en la que trabajo hay mucha maquinaria pesada y hay que hacer tareas que llevan bastante peligro.
Aunque hace muchos años que nadie muere en la fábrica, hubo quien, en una milésima de segundo, perdió la cabeza (literalmente).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
madre mía! le cortó la cabeza una máquina?? Con esas cosas no se juega, no hay q despistarse ni un segundo.
ten cuidado tio, q tenemos una caña pendiente pa cuando vuelvas a Madrid!
Publicar un comentario